En el trípode de existencia, sublime y etérea danza,
Se erige el hombre, con su esencia profunda, lanza.
Tres pilares sostienen su efímero deambular,
En esta danza cósmica, en el ser se deja hallar.
Es la profesión, tejiendo con ardor su camino.
Vocación y satisfacción, enlazadas de la mano,
Generando riquezas para el vivir temprano.
Luego, en un segundo acto, el escenario se despliega,
El matrimonio emerge, con su magia que protege.
La vida sexual, eslabón de pasión encendida,
Enlaza almas, familia, creando una vida compartida.
Ahí, en la analítica del Dasein, danza el ser con otros,
Tejiendo hilos de amor, fundiendo destinos rotos.
En el crisol de la felicidad familiar,
El existenciario cobra forma, como estrella polar.
Y como un tercer vértice, la vida poética emerge,
Entretejiendo sueños, el corazón le urge.
Contemplar la belleza, como un sagrado rito,
En paisajes y versos, halla su propio mito.
La poesía en el amor y el panteísmo fusionados,
Se convierte en melodía de momentos consagrados.
Centrados en el existencialismo, espejo del ser humano,
El triángulo existencial resplandece, un universo enano.
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