La señora que vendía fritada y tenía un brazo amputado en las calles Piedrahita y Olmedo, en la ciudad de Esmeraldas, la dieron por muerta sus familiares ya que se hallaba sin signos vitales, es así que la pusieron en su caja mortuoria y la llevaron al cementerio general de Esmeraldas a darle cristiana sepultura, una vez allí antes de meterla a la bóveda, sus familiares abrieron la tapa del ataúd para darle el ultimo adiós, en ése momento la señora se levantó, salió de la caja y se fue caminando a su casa en medio de la sorpresa de sus familiares y amigos, hubo algunos que les salía espuma por la boca del terror de verla resucitar.