Por el año mil novecientos setenta en la ciudad de Esmeraldas que dicho sea de paso en las noches las calles y los parques eran oscuros y tenebrosos, luego de fallecer el señor Rómulo Salas aconteció que un señor vestido con terno de tres piezas, zapatos y corbata todo completamente de blanco en el barrio las Palmas tomó un taxi amarillo a media noche y le pidió que lo llevase al cementerio general y así lo hizo. Al momento de llegar a la puerta en el taxi, el señor de vestimenta blanca que iba en la parte trasera le pasa un billete de mil sucres para que cobrase la carrera que costaba dos sucres y le dijo que se quedase con el vuelto. Al verle la cara el taxista al pasajero, vio que era el difunto Rómulo Salas quien había fallecido ya hace algún tiempo atrás. Se espantó y empezó a salirle espuma por la boca quien luego fue llevado al hospital. Recuperado de tal acontecimiento el profesional del volante, contó lo sucedido a la población.